sábado, 19 de septiembre de 2009

EPOCA CICLONICA: PELIGRO EN LAS PRESAS DOMINICANAS

La preocupación porque en el presente periodo ciclónico, se repitan las desagradables inundaciones producidas por los desagües extraordinarios de varias presas en Republica Dominicana ( Taveras, el Hatillo, etc) me movió a explorar en la Red, la problemática de estas obras de ingeniería, que tanto aportan al desarrollo, pero que se convierten en bombas de relojería cuando los gobiernos no dan mantenimiento

La construcción de presas siempre cumplió diversos objetivos. Regulación del flujo hídrico, compensando la abundancia de agua en algunas épocas del año con otras de escasas lluvias; al mismo tiempo permite controlar caudales excesivos en épocas excesivamente lluviosas o en zonas de lluvias torrenciales concentradas en pocos meses del año, como en la región de los monzones, y evitar avenidas e inundaciones.

Al capturar agua de torrentes que de otro modo iría directamente al mar, se aumenta efectivamente la oferta de agua, el relativamente alto nivel de la presa con relación a la llanura permite regar por gravedad a la vez que se cumple un objetivo importante generando energía eléctrica.

El sistema de presas más importante del mundo se encuentra en China, donde sólo en los últimos 30 años se han construido 70 000 presas y embalses; si bien en su mayor parte son presas relativamente pequeñas, su capacidad de almacenamiento supera los 300 kilómetros cúbicos. Si el ritmo de construcción continúa, otras 50 000 pequeñas presas se completarán antes de fin de siglo, agregando a la capacidad señalada otros 150 kilómetros cúbicos.

China ha enfatizado la construcción de pequeñas presas para reducir costos de construcción y poder hacerlo con tecnologías relativamente sencillas que permiten la incorporación, en su construcción, de las poblaciones locales. Así pues, Asia tiene el mayor sistema de presas del mundo, lo cual le permite regular el mayor flujo de agua de todos los continentes: 560 kilómetros cúbicos por año. Si bien la mayoría de los grandes ríos asiáticos como el Yangtzé, el Mekong, el Brahmaputra, el Ganges, el Indo o el Irrawaddy han sido, en una u otra forma, explotados mediante presas y embalses, principalmente con fines de riego, se considera que Asia tiene aún un enorme potencial hidroeléctrico.

La construcción de embalses y presas representa inversiones cuantiosas.

A comienzos de los ochenta se calculaba que el costo para retener un kilómetro cúbico de agua mediante una presa era de 120 millones de dólares. En esa misma época se calculaba que la renovación de los sistemas de riego deteriorados o dañados, conjuntamente con sus canales de distribución, costaba 680 dólares por hectárea, y si se incorporaban los mecanismos para corregir los niveles de salinización, había que añadir 240 dólares por hectárea.

La FAO estimaba que la reconstrucción de un sistema de riego medio, incluyendo el sistema adecuado de drenaje, costaba a comienzos de los ochenta cerca de 3 800 dólares por hectárea, contra 8 000 dólares por hectárea que costaría un sistema nuevo basado en la construcción de una presa. La construcción de presas y embalses lleva aparejada, sin embargo, la pérdida neta de tierras, a menudo fértiles, que son inundadas por el lago artificial formado por la presa. La presa sobre el río Volta, en Burkina Faso, terminada en 1974, inundó un área de 85 000 kilómetros cuadrados, desplazando 82 000 personas.

La presa de Aswan, en Egipto, cubre 66 000 kilómetros cuadrados y provocó el desplazamiento de 120 000 personas.

Salto Grande, en Uruguay y Argentina, formó al concluirse las obras un lago de 78 000 hectáreas con riberas de más de 1 200 kilómetros.

El desarrollo de estos esquemas energéticos, se traduce en efectos aun mayores debido al cambio de los microclimas, la alteración de los ciclos hidrológicos, los cambios en las comunidades animales y vegetales, la transformación de un ecosistema fluvial en uno lacustre. En otros casos el desarrollo de estos proyectos ha sido señalado como uno de los factores fundamentales para la propagación de ciertas enfermedades (la esquistosomiasis) o causa del incremento de la actividad sísmica.

Todos estos factores se interrelacionan y terminan afectando las características y la disponibilidad de tierras para la producción de alimentos. Uno de los principales problemas de las presas y embalses es la sedimentación.

Los sedimentos son recogidos por el flujo de agua en su recorrido por la cuenca y se mantienen en suspensión mientras el agua está en movimiento, pero tan pronto como el agua deja de fluir y se asienta en el lago artificial, los sedimentos se acumulan en el fondo. Si estos sedimentos no se remueven, la presa termina por desbordarse.

Hay soluciones para evitar este problema : se puede elevar la presa, dragarla o construir una presa secundaria aguas arriba con el fin específico de capturar los sedimentos, pero todas éstas son soluciones caras. Por otra parte, es preciso tener presente que la mayor parte de los sedimentos arrastrados y que se depositan en la presa, representan tierras erosionadas de la cuenca, es decir, tierra que se pierde por fenómenos de erosión.

De allí entonces que, parece obvio, la mejor manera de evitar el sobrellenado prematuro de presas y embalses es una práctica adecuada de suelos en la cuenca y el control de los procesos de deforestación, muchas veces originados por la propia construcción de la presa, y de la erosión.

Los ejemplos de enlodamiento de presas son, desgraciadamente, frecuentes: por ejemplo en la presa de Ambuklao, al norte de Luzón, se vio reducida su vida útil de sesenta años a sólo 32 años debido a la sedimentación originada por la deforestación en la parte alta de la cuenca la erosión y deforestación en los faldeos del Himalaya y la consiguiente sedimentación redujo igualmente la vida útil del proyecto Ram Ganga de 150 a sólo 45 años.

La década de 1970 presenció en América Latina una fuerte actividad en construcción de embalses y presas, la mayoría para uso energético. Esa actividad disminuyó en los ochenta aun cuando la capacidad de embalse de las nuevas presas es considerablemente mayor. Estas actividades se concentraron en pocos países: Brasil y Argentina concentran 62% y 19%, respectivamente, del total de la capacidad de presas y embalses construidos entre 1970 y 1984.

El análisis de los sistemas de riego va inevitablemente asociado al de las grandes presas para uso tanto agrícola como energético. El potencial hidroeléctrico de América Latina es de 805 792 megawatts, que corresponde a 35% del total mundial; sin embargo, sólo se utiliza 9.6% de ese total. Este hecho, asociado al alza de los precios del petróleo, explica la tendencia típica de América Latina en la expansión de presas.

La expansión de presas ha resultado, en las últimas dos décadas, en un aumento considerable de disponibilidad de energía hidroeléctrica. La capacidad instalada del potencial hidroenergético regional se incrementó a una tasa anual de 10.2% en los últimos años setenta y de 6.5% entre 1980 y 1987.

El porcentaje de energía hidroeléctrica en relación con otras fuentes energéticas se incrementó de 53.9% en 1970 a 60.3% en 1987, al paso que el de energía eléctrica proveniente de plantas térmicas disminuye de 46.1% a 37.3% en el mismo periodo.

La menor actividad en construcción de presas en América Latina se explica por diversos factores: el monto de la inversión y el elevado costo, la situación económica general de la región en la década, la mayor reticencia de los organismos internacionales a financiar estas obras en vista de la materialización de impactos ambientales negativos, que han motivado una fuerte presión de los grupos ambientalistas de todo el mundo.

En México se calculaba en 1980 que la capacidad de almacenamiento de agua en presas y embalses era de 124 700 millones de metros cúbicos, de los cuales 95% correspondía a 59 presas de más de 100 millones de metros cúbicos de capacidad, estando el otro 5% repartido entre 1 250 embalses a lo largo del país.

Del total almacenado, 33% se utiliza para regadío, en su mayor parte en el norte y centro del país, y 37% para la generación de energía hidroeléctrica, principalmente en el sur y el sureste; 15% se utiliza para el control de avenidas en épocas de lluvia, y 15% corresponde a capacidad muerta Un fuerte desarrollo de construcción de presas y embalses se realizó en Cuba entre 1960 y 1992, actualmente 1 400 embalses y micro presas permiten almacenar 9 600 millones de metros cúbicos, comparados con 48 millones de metros cúbicos en 1959; paliando uno de los problemas importantes de la isla: la escasez de agua, tanto para riego como para uso humano.

Un problema que enfrentan los embalses y presas de la región es el del acortamiento de su vida útil, fenómeno por lo demás común a la mayoría de las presas del mundo, en especial aquellas construidas en regiones semiáridas o tropicales.

La reducción de la vida útil es causada por la acelerada erosión de las cuencas de captación, con lo cual las presas tienden a colmatarse por acumulación de sedimentos a tasas muy superiores a las previstas.

El problema es particularmente serio en América Central, donde los ríos son relativamente cortos y los emplazamientos posibles para los embalses, escasos. En estos casos la construcción de presas ha ido asociada a fuertes procesos de deforestación y posterior erosión. En Guatemala la central hidroeléctrica de Pueblo Viejo Quixal enfrenta el riesgo de un próximo colmatamiento, con lo cual dejaría de generar energía. Siempre en Guatemala, el río Montagua ha visto reducida su capacidad de carga en 50% entre 1960 y 1980 debido al fuerte proceso de sedimentación en su cauce.

La sedimentación de los lagos Gatun y Alajuela, que proveen energía y permiten operar al Canal de Panamá, es otros de los casos graves resultante de la creciente sedimentación de las presas. Al cumplir diez años, la presa de Achicaya, en Colombia, estaba en tres cuartas partes de su capacidad ocupada con lodo del proceso de erosión. Los embalses y presas mexicanos recibían, en 1988, alrededor de 166 millones de toneladas de sedimentos originados por los fenómenos de erosión que afectan al país.

Al margen de los impactos ecológicos, los efectos económicos son también muy serios; así, por ejemplo, se ha calculado que a causa de la sedimentación las pérdidas en la producción de energía hidroeléctrica de una sola planta de Costa Rica oscilan entre 133 millones y 274 millones de dólares al año.

En conclusión: Al igual que en la mayor parte de los casos de salud que afectan al hombre, lo importante es la PREVENCION de las enfermedades. Lucha contra la deforestación, tanto en la parte superior de las cuencas, como en riveras.Lucha contra la erosión escalonando terrenos inclinados de cultivo.

Siempre hay que procurar construir otra presa aguas arriba que actúe de filtrante de depósitos.Incrementar las fuentes energéticas alternativas, para que se construyan exclusivamente cuando existan informes objetivos de impactos ambientales.

Ordenar los territorios para evitar usos inadecuados ( viviendas, basuras, etc) de las orillas de los cauces.En casos de aprovechamientos hidroelectricos en zonas de bajas lluvias, utilizar los periodos de bajo consumo eléctrico para bombear de nuevo el agua que se pierde a la presa anterior.

Fuentes http://www.eurosur.org.
Comenta: Dario Pozo Ruz. Presidente del CEAM

LAS OBRAS HIDRAULICAS FUENTES DE ENERGIA IGNORADA

Report[a]je
Las obras hidráulicas fuentes de energía ignoradas

Ningún gobierno, excepto el de Balaguer, se ha preocupado por buscar fuentes alternativas de energía como lo es la generación de electricidad mediante las represas hidroeléctricas, que también sirven para incrementar el riego y el suministro de agua potable a la población.




Por Santiago Estrella Veloz
[A]HORA.COM.DO 6-10-03
EDICION Numero 1,326

La creciente demanda de petróleo de República Dominicana ha sido un pesado fardo para todos los gobiernos que ha tenido el país de los últimos años. Esa dependencia petrolera significa una enorme inversión en dólares que provienen, principalmente, del turismo y de las remesas de los dominicanos residentes en el exterior.

Nuestro consumo diario de petróleo es de unos 140,000 barriles, que al precio promedio de US$35.00 el barril significaría una inversión de US$1,788.2 millones en un año, vale decir, más de 57,000 millones de pesos, que sería más del 50 por ciento del presupuesto programado para el próximo año de 100,000 millones de pesos.

Sin embargo, gobiernos van y gobiernos vienen y casi ninguno, excepto el de Joaquín Balaguer, se ha preocupado por buscar fuentes alternativas de energía, entre ellas la generación de electricidad mediante las represas hidroeléctricas, que también sirven para incrementar el riego y el suministro de agua potable a la población.

La energía solar apenas comienza a explotarse, y los viejos molinos de viento, que en la Era de Trujillo cumplieron una importante función social al extraer agua sin necesidad de usar energía eléctrica, se consideran hoy ‘cosas del pasado’, aunque puedan resolver graves problemas de agua en comunidades apartadas.

Los gobiernos de los últimos 20 años, entre los que se incluyen también los de Balaguer, han diseñado decenas de proyectos hidroeléctricos, pero muy pocos han sido llevados a la práctica. Grandes presas a nivel de diseño están en carpeta a la espera de financiamiento que nunca llega, mientras otras en construcción se encuentran paralizadas, como por ejemplo la presa de Guagüí.

Los trabajos de la presa de Guagüí se iniciaron hace dos años y ahora están paralizados porque la compañía que los ejecuta reclama “ajustes en los precios” por la devaluación del peso dominicano. La solicitud está en un estudio hecho por el Gobierno.

Los que están más o menos al tanto de los proyectos hidroeléctricos no pueden más que sonreír cuando se anuncia la construcción de proyectos de este tipo o de riego, que ni siquiera han sido diseñados, sino que apenas tienen costosos estudios de prefactibilidad o de factibilidad, como por ejemplo la presa de La Hilguera en San Juan de la Maguana.

Otras veces los candidatos a la presidencia de la República o Presidentes en ejercicio anuncian obras hidráulicas reclamadas durante años por diversas comunidades, pero luego se olvidan de lo prometido. Ese es el caso de la presa de Monte Grande, en el Suroeste, cuyos estudios y oferta de financiamiento están listos, pero no se inicia porque el gobierno de Hipólito Mejía está presionado por la oposición y sectores de su propio entorno que se oponen al aumento de la deuda externa, sin tomar en cuenta la garantía del retorno de la inversión que tienen esas obras.

La presa de Monte Grande es, según dijo a [A]HORA el director del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI), ingeniero Silvio Carrasco, “la obra hidráulica más trascendental de la República Dominicana. Pero por ahora no hay dinero para construirla”.

Otra gran presa anunciada es la de Haina, que en realidad es la misma de Madrigal, boicoteada en el Congreso Nacional en 1986 por rivalidades políticas entre el entonces presidente del Senado y luego presidente provisional, Jacobo Majluta, y el presidente Salvador Jorge Blanco.

La presa sobre el río Haina, antes Madrigal, supliría de agua a un millón de personas y ampliaría la cobertura de servicios de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD), aparte de que ahorraría el consumo de energía eléctrica.

La construcción de la presa sobre el río Haina, un proyecto que ha sido pospuesto en los últimos cincuenta años, agregaría dos metros cúbicos por segundo a los cuatro que actualmente recibe el acueducto de Santo Domingo, independientemente de que permitiría incluir a sectores muy poblados en el servicio de agua potable.

El proyecto “Sistema Abastecimiento Agua Potable Presa Río Haina-Santo Domingo”, para el cual el Gobierno busca un financiamiento de 150 millones de dólares que ha sido comprometido por Canadá, solucionaría el déficit en el suministro de agua provocado por el crecimiento de sectores como Los Alcarrizos, Villa Mella y Sabana Perdida, así como otros barrios al occidente del Distrito Nacional. El costo proyectado es de 160 a 200 millones de dólares.

Julio Suero, director de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD), explicó recientemente que el diseño y los estudios técnicos están prácticamente listos y que solamente falta el financiamiento que debe aprobar el Congreso.

El 2 de abril pasado fue anunciada como un hecho, con un titular periodístico que decía que el Gobierno dominicano destinaría US$200 millones a la construcción de la presa de Monte Grande, fondos que se obtendrán con un financiamiento negociado con entidades crediticias de México y los Estados Unidos. El anuncio decía: “En próximos días el Poder Ejecutivo someterá al Congreso ese proyecto de financiamiento”. El INDRHI explicó que la presa de Monte Grande servirá para almacenar las aguas del río San Juan que no se usan en la presas de Sabaneta y Sabana Yegua, además de que servirá de contraembalse en la parte baja del río Yaque del Sur y suplirá de agua a más de 600,000 tareas en las comunidades de Neyba, Tamayo y otros pueblos próximos al Lago Enriquillo.

Otro proyecto que duerme el sueño eterno es el de Palomino, que consiste en la construcción de una presa de gravedad de hormigón compactado, localizada en Boca de los Ríos, a 700 metros aguas abajo de la confluencia de los ríos Blanco y Yaque del Sur, con la cota o altura superior en 770 metros sobre el nivel del mar, un túnel de presión con un área de 13 m2 y 12 kms de longitud desde la presa hasta la casa de máquinas subterránea localizada a 1.50 km al norte del poblado de Los Avaches.

Su capacidad instalada sería de 98.80 megavatios, distribuidos en dos turbinas Francis de eje vertical de 49.40 megavatios cada una, diseñada para una caída nominal de 248.00 metros y un caudal máximo a turbinar de 22.50 m3/s. Una tubería de presión vertical conectada al túnel de presión, con una longitud de 280.00 metros. Un túnel de descarga de 1.50 kms de longitud, con un área de 19.00 m2 descargando el caudal turbinado de la central hidroeléctrica en el río del medio, cerca del poblado de Los Avaches. La central hidroeléctrica ha sido diseñada para operar durante un mínimo de seis horas diarias a máxima capacidad, produciendo una energía media anual de 150.10 GWH y una energía firme anual con garantía del 95% de 135.60 GWH.

Este proyecto se encuentra con los estudios de prefactibilidad concluidos en el 1989, es decir hace catorce años, y su costo estimado de construcción era de US$152.20 millones al año 1989. Esa cifra debe haber variado mucho desde entonces.

En el país existen 14 presas en operación, las cuales abastecen de agua potable a millones de dominicanos, sirven para la irrigación de millones de tareas en producción agrícola, proveen agua para la ganadería y demás labores pecuarias y generan cerca de 1,000 millones de kilovatios-horas cada año para el sistema energético nacional, con una potencia instalada de 355,400 kilovatios.
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[Las presas existentes]

• Central Hidroeléctrica Aguacate
Capacidad instalada: 52 megavatios.
Generación de energía: 214 gigavatios-horas/año.
• Central Hidroeléctrica Angostura
Capacidad instalada: 18 megavatios.
Generación de energía: 120 gigavatios-horas/año.
• Central Hidroeléctrica Hatillo
Capacidad instalada: 8 megavatios.
Generación de energía: 50 gigavatios-horas/año.
• Central Hidroeléctrica Jigüey
Capacidad instalada: 98 megavatios.
Generación de energía: 000 gigavatios-horas/año.
• Central Hidroeléctrica Jimenoa
Capacidad instalada: 8.4 megavatios.
Generación de energía: 000 gigavatios-horas/año.
• Central Hidroeléctrica Las Damas
Capacidad instalada: 7.5 megavatios.
Generación de energía: 000 gigavatios-horas/año.
• Central Hidroeléctrica Los Toros
Capacidad instalada: 9.4 megavatios.
Generación de energía: 64.82 gigavatios-horas/año.
• Central Hidroeléctrica Monción
Capacidad instalada: 3.20 megavatios.
Generación de energía: 000 gigavatios-horas/año
• Central Hidroeléctrica Rincón
Capacidad instalada: 10.1 megavatios.
Generación de energía: 50 gigavatios-horas/año.
• Central Hidroeléctrica Río Blanco
Capacidad instalada: 25.0 megavatios.
Generación de energía: 000 gigavatios-horas/año.
• Central Hidroeléctrica Sabana Yegua
Capacidad instalada: 13 megavatios.
Generación de energía: 30 gigavatios-horas/año.
• Central Hidroeléctrica Sabaneta
Capacidad instalada: 6.30 megavatios.
Generación de energía: 30 gigavatios-horas/año.
• Central Hidroeléctrica Tavera
Capacidad instalada: 96 megavatios.
Generación de energía: 220 gigavatios-horas/año.
• Central Hidroeléctrica Valdesia
Capacidad instalada: 54 megavatios.
Generación de energía: 80 gigavatios-horas/año.

ENERGIA HIDROELECTRICA: UN POTENCIAL INMENSO

EL CORREO
LA REVISTA DE RELACIONES Y COOPERACIONES ENTRE AFRICA-CARIBE-PACIFICO Y LA UNION EUROPEA.
EDITORIAL
EDICION No. III (NE)
NOVIEMBRE/DICIEMBRE 2007

Energía hidroeléctrica: un potencial inmenso y poco aprovechado

El futuro del continente depende del aprovechamiento de su principal recurso energético renovable: la energía hidroeléctrica. A continuación les ofrecemos una visión general del potencial de sus ríos más importantes.

Presa hidroeléctrica en Burkina Faso.

© BEI Photo Library

África debería ser el paraíso de los ingenieros eléctricos. Solamente la central de Inga, en el río Congo, entre Kinshasa y el Atlántico, posee un potencial estimado entre 39.000 y 44.000 MW, más del doble del equivalente a la potencia de la mayor presa del mundo, la de las Tres Gargantas en China. Sin embargo, sólo se utiliza un pequeño porcentaje de ese potencial (1774 MW), del cual menos de la mitad es operativo. En la actualidad, el Banco Mundial está financiando la renovación de la central.

Además, Inga es objeto de futuros sueños. En 1990, gracias a la financiación del Banco Africano de Desarrollo, las empresas Electricité de France y Lahmeyer International llevaron a cabo un estudio de viabilidad para la construcción de una tercera central, Inga III, así como de una cuarta, Gran Inga, y después de una autopista de la energía de 5300 kilómetros que llegaría hasta la presa de Asuán en Egipto. Ahora bien, el coste de las ampliaciones se calculaba ya entonces que era del orden de los 29 mil millones de dólares.

Está claro que queda todavía mucho para conseguirlo, pero el restablecimiento de la paz hace prever un proyecto de dimensiones más modestas, aunque todavía importantes. La construcción de la central Inga III (3500 MW) y del denominado “corredor occidental” permite una segunda interconexión entre Inga y África del Sur, a través de Angola y de Namibia, con un enlace hacia Botsuana. Se trata de uno de los principales proyectos de la Nueva Asociación Económica para el Desarrollo de África (NEPAD).

El volumen de la demanda es impresionante. Si antes del año 2012 no se construyen nuevas infraestructuras de generación de electricidad, toda el África austral sufrirá un déficit neto de energía. Por otro lado, la demanda procede también de la industria minera. Dos proyectos colosales, la fábrica de aluminio de BHP Billiton en el Bajo Congo, con un coste de 2500 millones de dólares, y la fábrica siderúrgica del gigante mundial CVRD en Soyo (Angola), requieren una capacidad de 1.800 MW, cantidad superior a la suma de las centrales Inga I e Inga II ya en funcionamiento. Un tercer elemento fundamental es la interconexión entre las centrales de Inga y de Calabar en Nigeria (2100 kilómetros). Tras la República Democrática del Congo (RDC), cuyo potencial hidroeléctrico total es de unos 100.000 MW, el más importante del continente corresponde a las altas mesetas etíopes, donde nace el Nilo Azul, río
también poco explotado. La capacidad instalada es inferior a 1000 MW, mientras que el potencial etíope gira en torno a los 40 .000 MW. No obstante, se esperan grandes avances a corto plazo. En unos dos años, la capacidad productiva del país va a multiplicarse por más de dos, gracias a la puesta en funcionamiento de las presas de Takeze (300 MW), de Anabeles (460 MW) y de Gigel Gibe II (420 MW), a las cuales se añadirá en el 2011 la de Halale Werabesa (367 MW). Por otra parte, se ha pedido al Banco Europeo de Inversiones que participe en la financiación de la parte electromecánica del mayor proyecto de la región, el de la central Gilge Gibe III (1870 MW), cuyo coste previsto es de 1800 millones de dólares, y para el cual ya se ha firmado un contrato de ingeniería entre la sociedad Ethiopian Electric Power Company y la empresa italiana Salini Costruttori. Esos proyectos no sólo tienen por objeto satisfacer la demanda nacional, sino también exportar electricidad a la región (Yibuti, Kenia, Sudán y Yemen).

La situación es muy favorable para la ejecución de tales proyectos, ya que la anterior reticencia de los gobiernos de Sudán y de Egipto ante cualquier tipo de iniciativa de presas en el curso alto del Nilo está a punto de desaparecer. Una entidad de cooperación tripartita, denomina da Oficina Regional Técnica del Nio Oriental, de la cual es consejero jurídico el ex secretario general del Grupo ACP, Ghebray Berhane, se encarga desde hace poco de elaborar un marco común de gestión de los proyectos relativos a ese río.

En lo que respecta a los ingenieros eléctricos de todo el mundo, África, hasta ahora una de las últimas grandes fronteras, les ofrece una fuente de nuevas y espectaculares oportunidades. Los países emergentes se encuentran ya al acecho; así, por ejemplo, China, que ya negocia con el gobierno de Guinea la posibiidad de construir la presa de Souapiti (600 MW) en el río Konkouré a cambio de asegurar el suministro de bauxita.

El río Zambeze es otro de los principales ejes estratégicos, con un potencial de 12.000 MW sólo en la parte ñeque baña a Mozambique. En ese país, al que Portugal acaba de devolver la propiedad de la presa de Cahora Bassa (2075 MW), el ministro de Energía, Salvador Namburete, espera la construcción en el 2015, río abajo, de una segunda obra importante, la presa de Mepanda Uncua (1300 MW), cuyo coste previsto es de 1300 millones de dólares, así como de una segunda central de 850 MW al norte de la presa de Cahora Bassa. Los detalles financieros de esos proyectos no se han determinado aún pero, teniendo en cuenta las necesidades de África del Sur y de un mercado nacional en plena expansión, la compañía Electridade de Moçambique no se muestra preocupada por ello. Angola constituye otra fuente de recursos sin explotar gracias a las cuencas de los ríos Kwanza (6000 MW) y Queve (3000 MW). Además, la demanda va a aumentar allí rápidamente, ya que el país ha experimentado un crecimiento del PIB del orden del 30% a finales del presente año.

Está previsto que a corto plazo surjan nuevos proyectos en la misma dirección. Después de que el Banco Mundial diera su aprobación en abril a la financiación de 360 millones de dólares para la presa de Bujagali en el Nilo Blanco, el Banco Africano de Desarrollo acaba de conceder 110 millones de dólares al mismo proyecto. Sin embargo, habrá que tener en cuenta el efecto de la bajada del nivel de las aguas en el lago Victoria, en la parte alta del río, lo cual podría reducir la potencia prevista de la obra de 250 a 175 MW. En Nigeria, el Banco Mundial tiene también la intención de contribuir a la renovación de las presas de Kainji (760 MW) y de Jebba (540 MW) en el río Níger.

No obstante lo anterior, la puesta en marcha de esos proyectos no es bien aceptada por todo el mundo. Las autoridades de Mozambique, por ejemplo, están tratando por todos los medios de convencer a los defensores del medio ambiente de la pertinencia de construir la presa de Mepanda Uncía. Los ecologistas argumentan que supondrá la expulsión de 2000 personas que en su mayor parte vive del ganado, además de que la retención de los sedimentos y del limo debida a la presa tendrá un efecto negativo en las zonas de manglares del delta del Zambeze. Al mismo tiempo, todo el mundo reconoce que Mozambique tiene necesidad de aumentar la capacidad de producción energética, condición sine qua non del desarrollo, incluidas las pymes de carácter industrial. En Bukavu, en la RDC, los carpinteros, los sastres o los reparadores de televisores de la zona de Kadutu, estarían todos en el paro o deberían pagar la electricidad a un precio prohibitivo si el suministro procedente de la presa del Ruzizi se interrumpiese. No cabe la menor duda de que la realidad es mucho más compleja de lo que pudiera dar a entender la clásica dicotomía entre “elefantes blancos y pequeños proyectos”.